Veganuy - Contra toda forma de explotacion animal

A sangre fría, el primer eslabón, la masacre de yeguas preñadas en Uruguay es una investigación por la liberación animal que expone los secretos de una industria que se viene escondiendo en Uruguay y Argentina hace 30 años.

Uruguay y Argentina son unos de los pocos países en el mundo vinculados a la actividad "sangría": sacarle sangre a yeguas preñadas para vendérsela a la industria farmacéutica internacional. Probablemente no encuentren tantos vacíos legales y comodidades para esconderse en otros países.
Decenas de miles de yeguas preñadas con varios abortos encima mueren desangradas vivas conscientes luego de haber sido separadas de sus crías. Tienen 12 litros en su cuerpo y un potrillo de 3 meses, les sacan 9 litros y las obligan a abortar. Las dejan en un campo, anémicas, tambaleándose de la debilidad hasta que la poca sangre que les queda deja de llegarles al cerebro, se desmayan y mueren. Ese es el proceso sistemático y rutinario.

En Uruguay solamente 4 personas se enriquecen con "la sangría", así le dicen los pocos que trabajan con Roberto Mailhos, Fernando Perdigón, Gabriel Maruri y/o Federico Rubio. La investigación presente expone las pruebas y datos necesarios para actuar inmediatamente para frenar una masacre que se viene escondiendo hace 30 años en Uruguay, así como también facilita información de las cuatro personas que se enriquecieron a base de esta tortura.

Paralelamente, en Argentina existe por lo menos un establecimiento similar al que funciona en Florida, Uruguay, los dos de la firma SYNTEX. En los dos países hay un laboratorio donde se desangran yeguas preñadas y se procesa la sangre. En Uruguay son decenas de miles de yeguas preñadas que se matan por año. La investigación no pudo llegar a confirmar datos en Argentina, pero lo más probable es que el número de yeguas sea mayor en éste país. Convirtiendo a estos dos países en los únicos latinoamericanos vinculados a la "sangría". También se desangra en algunos países de Europa pero la actividad es poco conocida. Los implicados no quieren que se hable del tema, se aprovechan de un tecnicismo legal, un vacío.

Estos empresarios contratan gente vecina de la zona donde se haga el desangre, les pagan sueldos mínimos a otros para que hagan el trabajo sucio: torturar animales por dinero. Saben lo que hacen y saben que el hecho de que salga a la luz no los beneficiará en nada. Por eso mienten. Dicen que no las matan, que las yeguas sobreviven al igual que sus crías. Que la sangre que les sacan es muy poca y a eso le llaman "donación", mientras una sonrisa se les dibuja en la cara, no saben que están siendo filmados. Se ponen nerviosos cuando se enteran, tienen una doble reacción: por un lado Roberto Mailhos (padre) exige que se borre el video y amenaza con romper el celular en el que fue grabado. Roberto Mailhos hijo, por otra parte, se da cuenta que mientras más enojados se muestren, más sospechosa será su reacción, ¿Por qué enojarse si lo que hacen es tan natural?
-sacá la nota que quieras, no tenemos nada que ocultar, no somos delincuentes.
-hace 200 años no eran delincuentes los que encadenaban negros ¿no?
-legalmente no podés hacer nada. cuando haya una ley no lo haremos más, responde Mailhos (hijo), como asumiendo su estado de consciencia. Como diciendo: "sí, sabemos que ésto va a ser prohibido pero por ahora hay un vacío legal y regulatorio, técnicamente no estamos haciendo nada ilegal, porque no hay nada que así lo diga. Y empezará a estar mal cuando las leyes digan que está mal."

El negocio mueve millones de dólares al año. Es a través del laboratorio Syntex Uruguaya S.A. también presente en Argentina como Syntex S.A. que se exporta al mundo el producto de esta tortura. El plasma que se extrae de la sangre se utiliza para crear fármacos con la finalidad de que otros animales de consumo y/o de laboratorio se reproduzcan más rápido y en mayor cantidad en la industria de la explotación animal, para así poder matarle sus hijos también.
Las yeguas se compran por diferentes lugares, muchas de ellas son compradas antes de ingresar a los frigoríficos de caballos. Paradójicamente, en Uruguay está prohibida la comercialización de carne de caballo, pero sí está permitida la exportación.

Roberto Mailhos, Gabriel Maruri, Federico Rubio y Fernando Perdigón son solamente el primer eslabón en la larga cadena de la industria de explotación animal. No existen leyes que protegan a estas yeguas de esta actividad, aunque la forma en que son asesinadas está prohibida dentro de los mataderos de muchos países, incluido el nuestro. Porque mientras los animales sigan siendo considerados propiedades nunca podrán ser liberados.

Cada vez que compramos productos de origen animal financiamos la ridículamente absurda vida de lujos y cuentas bancarias de Roberto Mailhos, Fernando Perdigón, Gabriel Maruri, Federico Rubio, Reynaldo Bonino y la de todos los explotadores. Pero lo que es peor, financiamos y apoyamos el sufrimiento innecesario al que son sometidos tantos animales para que algunos pocos se llenen los bolsillos de papeles. Podemos detener tanta tortura innecesaria dejando de consumir productos de origen animal. Boicoteando su economía porque es lo único que les interesa.

El proceso de producción de la hormona PMSG implica una extracción semanal de 10 litros de sangre a yeguas preñadas para su posterior tratamiento. Lo que no explica el doctor Fernando Perdigón, actual catedrático de Veterinaria de la Universidad de la República, es que para que la sangre sea productiva, la intervención debe realizarse entre los 40 y 130 días de gestación. Una vez pasado ese período en el que se extraen semanalmente los 10 litros de sangre por la vena yugular, se introduce la mano por el útero de la yegua con el fin de romper la placenta y provocar, así, “un aborto espontáneo”, explica un extrabajador en el documental.

Tras la brutal interrupción inducida de la gestación, hay yeguas que pueden volver a ser montadas, otras sobreviven dos o tres años antes de morir por anemia o causas adyacentes al aborto y, aquellas que no pueden volver a reproducirse, son abandonadas o enviadas a frigoríficos aprobados por la Unión Europea. Un empleado de Sarel, uno de los tres frigoríficos de este tipo que funcionan en Uruguay, confirma que regularmente faenan yeguas utilizadas para la “sangría”.

La Gonadotrofina Coriónica Equina (eCG o PMSG, por sus siglas en inglés) que compran las farmacéuticas europeas IDT Biologika (Alemania) y MSD Animal Health (Suiza, Alemania y Holanda), es una hormona producida por las yeguas gestantes que es utilizada en terapias reproductivas y sirve para influir y elevar la capacidad reproductiva de ciertos animales, como por ejemplo los cerdos. “Un método practicado desde hace décadas que sirve para aumentar y sincronizar la entrada en celo es la administración de PMSG al respectivo animal para detener el ciclo 24 horas después de la separación de sus crías. Si se usa de manera adecuada, con cerdas híbridas saludables, es de esperar que más del 95 por ciento de los animales entren en celo en pocos días”. Esta es la descripción que hace del producto en cuestión la farmacéutica alemana IDT Biologika en su página web. Para promocionar el fármaco, la empresa utiliza el siguiente eslogan. PMSG: Armoniza a tus cerdas.

Según IDT Biologika, el uso del PMSG implica una reducción significativa del número de días poco productivos para los ganaderos, así como una mayor facilidad a la hora de planificar jornadas de trabajo. “Todo gracias al producto natural PMSG”, concluye.










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